lunes, 29 de abril de 2013

Lo inconsciente como fenómeno lingüístico



Reflexionando últimamente sobre la ubicación neuronal del inconciente, llegué a la conclusión de que éste (el inconciente) existe debido al carácter lingüístico de nuestro sistema cognitivo.
Hablando con más propiedad, el inconciente es un elemento constitutivo del pensamiento simbólico. A continuación presentare los argumentos que sustentan mi teoría.

El cerebro se divide en tres grandes partes: el tallo cerebral, el sistema límbico y el neocortex.
El tallo cerebral se encarga de los instintos de supervivencia más básicos, por lo cual también se le conoce como cerebro reptil; instintos como el hambre, la sed, el control de la temperatura, la motivación reproductiva y la respiración.
El sistema límbico, también llamado cerebro emocional, es donde radican, valga la redundancia, todas las emociones; como el amor, el miedo, la ira, etc. La amígdala cerebral se encuentra en esta instancia, la cual es la base de nuestra memoria afectiva. Es clave aclarar que dicha memoria no es expresable en palabras y no se puede borrar.
Por último, el neocortex es el que nos brinda la capacidad cognitiva de ordenar la información de los dos cerebros precedentes y simbolizarla, con lo cual podemos pensarnos a nosotros mismos. Es decir, desarrollar autoconciencia y por consiguiente y gracias a nuestras capacidades fonológicas, desarrollar un lenguaje simbólico.

Las dos primeras instancias del cerebro se podrían definir como lo instintivo emocional, mientras que el neocortex sería lo racional simbólico. En lo instintivo emocional la información no se presenta ordenada, es una mezcla de instintos, emociones y vivencias no procesadas, o en todo caso no almacenadas en la memoria, por lo cual su comprensión racional se diluyó a los veinte o treinta segundos luego de haber sido experimentadas sensorialmente.
Podríamos decir que la información retenida en el tallo cerebral y en el sistema límbico es lo conocido por el psicoanálisis como el inconciente.

A nivel neuronal, lo que hace que a la instancia inconsciente se le contraponga una información ordenada y conciente, es, como ya mencioné, la simbolización que el neocortex brinda para su comprensión. En otras palabras, lo único que no es inconsciente es lo que podemos hablar (en el caso de contar con un normal desarrollo del lenguaje).
El hipocampo es la glándula en donde la información se traduce en palabras (símbolos), y éste es un proceso neuronal que depende de la producción de dos proteínas específicas: la tubulina, que es un bloque constructivo estructural de la dendrita, y la recién descubierta cipina (recién descubierta en su función cerebral), que actúa sobre la anterior para incrementar y acelerar el crecimiento de las dendritas para una optima comunicación neuronal.

De esta forma el almacenamiento de información en la memoria a corto y a largo plazo dependerá de la atención, y de ésta la liberación de proteínas para una comprensión conciente de cualquier evento.
Del mismo modo funciona la represión como mecanismo de defensa. En el caso de olvidar un evento traumático, el impacto contribuirá a la anulación de la liberación de proteínas con el fin de no transmitir la información percibida a la esquematización del neocortex para una próxima comprensión simbólica.
Vale aclarar que el efecto del evento no disminuye al no haber sido procesado racionalmente.

En conclusión, todo individuo esta casi totalmente constituido por información inconciente, tal cómo Freud lo expresa con la analogía de la punta del iceberg, sin embargo, esa pequeña punta fuera del agua representa la labor del neocortex para simbolizar una pequeña porción de información y por lo menos creer, que sabemos quienes somos.

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